domingo, 4 de diciembre de 2011

Cuento número 41

Había una vez un chico llamado Mario a quien le encantaba tener miles de amigos. Presumía muchísimo de todos los amigos que tenía en el colegio, y de que era muy amigo de todos. Su abuelo se le acercó un día y le dijo:
- Te apuesto un bolsón de palomitas a que no tienes tantos amigos como crees, Mario. Seguro que muchos no son más que compañeros o cómplices de vuestras fechorías.
Mario aceptó la apuesta sin dudarlo, pero como no sabía muy bien cómo probar que todos eran sus amigos, le preguntó a su abuela. Ésta respondió:
- Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento.
La abuela salió y al poco volvió como si llevara algo en la mano, pero Mario no vio nada.
- Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distingir a tus amigos del resto de compañeros.
Mario, valiente y decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio. Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con su silla.
- No os mováis, vais a ver algo alucinante.
Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se calló de culo. Todos se echaron unas buenas risas.
- Esperad, esperad, que no me ha salido bien - dijo mientras volvía a intentarlo.
Pero volvió a fallar, provocando algunas caras de extrañeza, y las primeras burlas. Marió no se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de caer al suelo... hasta que de pronto, una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó en el aire...

Y entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. Al mirar alrededor pudo ver a Jorge, Lucas y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera, mientras muchos otros de quienes había pensado que eran sus amigos no hacían sino burlarse de él y disfrutar con cada una de sus caídas. Y ahí paró el numerito, y retirándose con sus tres verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos se las habían apañado para enseñarle que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros, y no cualquiera que pasa a nuestro lado, y menos aún quienes disfrutan con las cosas malas que nos pasan.

Aquella tarde, los cuatro fueron a ver al abuelo para pagar la apuesta, y lo pasaron genial escuchando sus historias y tomando palomitas hasta reventar. Y desde entonces, muchas veces usaron la prueba de la silla, y cuantos la superaban resultaron ser amigos para toda la vida.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Cuento número 40

Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía alas. Y eso que era la princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas. Como era tan pequeña como una flor, todo eran problemas y dificultades. No sólo no podía volar, sino que apenas tenía poderes mágicos, pues la magia de las hadas se esconde en sus delicadas alas de cristal. Así que desde muy pequeña dependió de la ayuda de los demás para muchísimas cosas. Adalina creció dando las gracias, sonriendo y haciendo amigos, de forma que todos los animalillos del bosque estaban encantados de ayudarla.

Pero cuando cumplió la edad en que debía convertirse en reina, muchas hadas dudaron que pudiera ser una buena reina con tal discapacidad. Tanto protestaron y discutieron, que Adalina tuvo que aceptar someterse a una prueba en la que tendría que demostrar a todos las maravillas que podía hacer.


La pequeña hada se entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era mágica y ni siquiera podía llegar muy lejos con sus cortas piernitas? Pero mientras Adalina trataba de imaginar algo que pudiera sorprender al resto de las hadas, sentada sobre una piedra junto al río, la noticia se extendió entre sus amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de animalillos estaban junto a ella, dispuestos a ayudarla en lo que necesitara.


- Muchas gracias, amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi lado- dijo con la más dulce de sus sonrisas- pero no sé si podréis ayudarme.

- ¡Claro que sí! - respondió la ardilla- Dinos, ¿qué harías para sorprender a esas hadas tontorronas?
- Ufff.... si pudiera, me encantaría atrapar el primer rayo de sol, antes de que tocara la tierra, y guardarlo en una gota de rocío, para que cuando hiciera falta, sirviera de linterna a todos los habitantes del bosque. O... también me encantaría pintar en el cielo un arco iris durante la noche, bajo la pálida luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran contemplar su belleza... Pero como no tengo magia ni alas donde guardarla...
- ¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira! -gritó ilusionada una vieja tortuga que volaba por los aires dejando un rastro de color verde a su paso.

Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, una ola de magia había invadido a sus amiguitos, que salieron volando por los aires para crear el mágico arco iris, y para atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas gotas de agua que llenaron el cielo de diminutas y brillantes lamparitas. Durante todo el día y la noche pudieron verse en el cielo ardillas, ratones, ranas, pájaros y pececillos, llenándolo todo de luz y color, en un espectáculo jamás visto que hizo las delicias de todos los habitantes del bosque.


Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella sabía aún de dónde había surgido una magia tan poderosa. Y no fue hasta algún tiempo después que la joven reina comprendió que ella misma era la primera de las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no estaba guardada en sí mismas, sino entre todos sus verdaderos amigos.

Cuento número 39

Había una vez un chico llamado Mario a quien le encantaba tener miles de amigos. Presumía muchísimo de todos los amigos que tenía en el colegio, y de que era muy amigo de todos. Su abuelo se le acercó un día y le dijo:
- Te apuesto un bolsón de palomitas a que no tienes tantos amigos como crees, Mario. Seguro que muchos no son más que compañeros o cómplices de vuestras fechorías.
Mario aceptó la apuesta sin dudarlo, pero como no sabía muy bien cómo probar que todos eran sus amigos, le preguntó a su abuela. Ésta respondió:
- Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento.
La abuela salió y al poco volvió como si llevara algo en la mano, pero Mario no vio nada.
- Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distingir a tus amigos del resto de compañeros.
Mario, valiente y decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio. Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con su silla.
- No os mováis, vais a ver algo alucinante.
Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se calló de culo. Todos se echaron unas buenas risas.
- Esperad, esperad, que no me ha salido bien - dijo mientras volvía a intentarlo.
Pero volvió a fallar, provocando algunas caras de extrañeza, y las primeras burlas. Marió no se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de caer al suelo... hasta que de pronto, una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó en el aire...

Y entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. Al mirar alrededor pudo ver a Jorge, Lucas y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera, mientras muchos otros de quienes había pensado que eran sus amigos no hacían sino burlarse de él y disfrutar con cada una de sus caídas. Y ahí paró el numerito, y retirándose con sus tres verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos se las habían apañado para enseñarle que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros, y no cualquiera que pasa a nuestro lado, y menos aún quienes disfrutan con las cosas malas que nos pasan.


Aquella tarde, los cuatro fueron a ver al abuelo para pagar la apuesta, y lo pasaron genial escuchando sus historias y tomando palomitas hasta reventar. Y desde entonces, muchas veces usaron la prueba de la silla, y cuantos la superaban resultaron ser amigos para toda la vida.

Cuento número 38

Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol.

Muy cerca del camino se encontraba un chapulín. -Hacía dónde te diriges?, le preguntó.


Sin dejar de caminar, la oruga contestó: -Tuve un sueño, anoche soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.


Sorprendido, el chapulín dijo mientras su amigo se alejaba: -Debes estar loco!, Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? -Tú, una simple oruga! Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.


Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.


De pronto se oyó la voz de un escarabajo: -Hacía dónde te diriges con tanto empeño?


Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante: -Tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde ahí contemplaré todo nuestro mundo.


El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: -Ni yo, con patas tan grandes, intentaría una empresa tan ambiciosa.


El se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.


Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir. No lo lograrás jamás! -le dijeron-, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.


Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar. -Estaré mejor, fue lo último que dijo, y murió.


Todos los animales del valle por días fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.


Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos.


De pronto quedaron atónitos. Aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta.


Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arcoiris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: Una mariposa.


No hubo nada que decir, todos sabían lo que haría. Se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado.


Dios nos ha creado para realizar un sueño, vivamos por él, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos, quizá necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo lograremós.


El éxito de la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.


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Cuento número 37

El timbre de salida sonó y los niños salieron de sus aulas de clases apresurados por llegar a sus casas para ver TV, jugar con sus videojuegos, pelota o en la computadora. Todos los días era igual eran muy pocos los niños que llegaban hacer sus deberes, estudiar o leer.

La biblioteca apago la luz, no había nadie la escuela estaba desierta, un suspiro desesperanzador se escucho desde un estante. El libro de cuetos salía de un rincón diciendo muy triste.



-Otro día más, y los niños ni nos miran


-Si lo hacen.- respondió el libro de lectura


-Claro a ti si porque tienen que aprender a leer -


También leen la enciclopedia.- replicó.


-Claro que si por si no los reprueban, eres el libro que lo sabe todo o casi todo. Ya ninguno lee como antes.


-Es verdad ni las aventuras les atraen.- el libro de aventura salto a la mesa, girando para dirigirse a los demás libros, que ya estaban atentos.


- Tenemos que hacer algo, tenemos que de alguna manera lograr de nuevo su atención


-Pero ¿Qué podemos hacer?- la novela clásica.


-Hermosa dama, no tengo ni la menor idea, pero pensemos somos libros inteligentes, ¿no?


-Claro que si somos libros inteligentes.- grito rebelde la novela contemporánea.


-Dinos sabio que podríamos hacer.- pregunto clásica con su voz dulce y pausada


-Pues verán a mi se me ocurre preguntar al abuelo.- la enciclopedia volteo a mirar el donde se hallaba el viejo libro, que hacía rato los escuchaba desde su rincón, era el libro de historia. Los miró con dulzura se acomodo los lentes miro a todos y dijo.


-Mis hijos queridos, todo lo que acá se hablado es muy cierto, estamos olvidados no solo por los niños si no por los adultos, no es obligatorio que las personas tengan que leer, sin embargo la tecnología no está ganado, no me mal interpreten la tecnología no es mala solo que la practicidad ha hecho que olvidemos lo bello y recreante que es leer un buen libro.


-¿Qué podemos hacer abuelo?- preguntó el libro de aventuras


-Consultar al libro mayor


-¿Y qué es el libro mayor?-preguntó el chiquillo


-Es el libro donde se guarda la magia de todas las historias escritas y las que están por escribirse


- Es decir que todos nosotros salimos de allí.- preguntó el pequeño niño que no era otro que el abecedario


-No exactamente mi pequeño abecedario, allí se guardan las historias después de escribirse, el maestro de las letras le otorga al hombre el permiso para usar la magia, y así escribir desde novelas, poemas, cuentos y libro de textos y en fin todo aquello donde pueda llevarte la imaginación.-


Todos los libros escuchaban con atención al viejo sabio, este sonrió al mirar el rostro de admiración de sus oyentes que no conocían la historia.


- ¿Y entonces como se llega allá…?


- No tan rápido mi apasionado lectura, esto es cosa de mayores y tu estas muy chico


- Ya tengo doce.- contesto altivo.-


- No se trata de la edad si no de combinar la experiencia con el desenvolvimiento.- contesto el abuelo


- Yyyy yo tengo la experiencia.- se apresuro aventuras


- Y yo la desenvoltura.- agrego clásica -


Es cierto, estoy muy de acuerdo.- dijo el abuelo


- Entonces no se diga mas.- terminÓ de hablar sabio Todos lo apoyaron, se decidió que Clásica y Aventura fuese a ver al libro mayor.


-Ahora querido abuelo ¿cómo llegamos allá?.- preguntó Aventura con su tono jovial


-Cuentos ábrete en la página de las hadas.


Cuento saltó a la mesa, abrió sus páginas donde le indicaba el abuelo, y una luz salió de las páginas conjuntamente con una hermosa escarcha dorada que se convirtió en una hermosa hada, todos quedaron maravillados


-Hola a todos.- su voz armoniosa dejo a todos encantados


-Hola endrina reina de las hadas te hecho venir porque…- la bella hada interrumpió


-Ya se querido abuelo he estado escuchándolos y me encanta la idea de ayudarlos, estoy muy feliz por su iniciativa de estimular a los niños en el maravilloso mundo de los libros


-Así es, debemos consultar al libro mayor.- dijo Aventuras


-Y yo los llevare gustosa con mi magia, agitó su varita mágica y Aventura y Clásica fueron llevados en una envoltura de luz y escarcha a un sendero, que subía a una montaña de piedras que estaban formado de letras y números.


-Aquí es. – dijo Clásica


-Andando.- Contestó su compañero


Se pusieron en marcha, hasta llegar a la entrada de una cueva de una cual salía una radiante luz. Entraron cautelosamente y en un pedestal de mármol se hallaba un gran libro abierto de donde irradiaba la luz resplandeciente y hermosa, los dos libros se alegraron pero cuando trataron de acercarse unos libros con armaduras le trancaron el paso


-No pueden pasar sin autorización -identifíquese…


-Déjelos pasar se escuchó una voz suave -pero maestro tengo ordenes…


-Si lo se capitán pero ellos son amigos


Este abrió el paso, Clásica y Aventura entraron y vieron a un hombre muy viejo de barba y túnica blanca.


-Somos… -si lo se, Clásica y Aventura y se a que vienen también y yo los ayudare, soy el maestro custodio del gran libro de la sabiduría…soy el guardián de las letras…- dijo sonriente.


-Maestro tenemos que llevarle a los niños el secreto del gran libro para que tomen amor a la lectura…


-Si lo comprendo el problema es que ningún libro puede acercarse a nuestro gran libro, solo puede acercársele un humano, y como el deseo de ustedes es que un niño tome amor por la lectura, deben traer a un niño. Verán los libros fueron creados por que el maestros de los dones les otorgo el permiso, para escribir y crear historias ya sean reales o imaginarias. Es por eso que solo un humano puede acercarse al libro mayor.


Aventura y Clásica fueron y trajeron con la magia de las hadas al niño que podría ayudarles. Gustavito eran un niño aplicado pero no le gustaba mucho la lectura, al principio pensó que soñaba pero luego se dio cuenta que todo era verdad, se acerco al libro y vio maravillado todo el mundo mágico que salía de allí imagínate si yo leyera todas estas historia entraría a ese mundo donde puedo encontrar lo que quiera.


-Si corazón, este mundo de fantasía se abre ante ti y te ayuda a abrir tu mente y desarrollar tus dones, puedes compartir la lectura con el otro invento y también mágico del hombre el Internet incluso compartir tu experiencia y que otros te sigan, no sería lindo.- Clásica le hablaba con tanto cariño que parecía música cada palabra.


Gustavito asintió sonriente.


-No tiene que gustarte todo tipo de lectura eso es lo maravillosos de los libros, puedes escoger lo que te apasione mas y leer lo que te apetezca.- agrego aventura.


El maestro los miraba complacido y acabó diciendo


-Los libros te brindan un mundo abierto de posibilidades, para conocer mundos de fantasía, aventura, amor, historia conocimiento


-La Internet también me lo proporciona


-Así es y gracias al Internet te puedes acercar más a la lectura, investigar y conocer, pero los libros los puedes llevar contigo a toda hora, y ahorras electricidad que es bueno para el medio ambiente y puedes descubrir a través de ellos tu potencial y quien dice que no te conviertas tu en escritor, muchos de ellos nacieron al descubrir lo que podían aportar cuando leían, la modernidad nos lleva a la tecnología para facilitarnos en nuestros día a día mas agitado comodidad, pero no hay nada más gratificante que leer un buen libro en un parque, en un café, en nuestro hogar créeme puede ser relajante, lee en Internet y busca tus alternativas en ella pero no descartes nunca un libro en tus manos.


Gustavito lo escuchaba atentamente y comprendió las palabras del maestro, asintiendo con la cabeza, sonrió y dijo finalmente


-¿Y cómo sabré que todo esto no fue más que un sueño?


-En tu corazón sabrás que no lo fue, buscaras la forma de contar tu experiencia… dijo Clásica


Así fue como Gustavito escribió un cuento que se publico en Internet y de allí saco un libro y contagio con sus historias a muchos niños que cada día gustaban más de leer. No te obligues a leer deja que fluya ante ti la magia de escoger que lectura te atrae más, y lee de a poco empieza de a chiquito y ve conquistando cada día el amor a la lectura, y descubre “El Maravilloso mundo de los libros”.

Cuento número 36

Aportando una pequeña parte de lo que tenemos podemos contribuir a hacer mucho,un beso a todos y dulces sueños pequeños...(mamen)

Iba una vez un niño por el bosque buscando fruta, y tanto buscó y buscó que llegó la noche y se perdió. Estuvo dando vueltas durante mucho tiempo, hasta que a lo lejos escuchó un gran alboroto. Se acercó y descubrió que el ruido procedía de una pequeña casita donde brillaba una luz, y pensó en pasar la noche con aquella gente.


Llamó varias veces, pero como nadie abría la puerta y seguía habiendo un ruido enorme, decidió entrar. Al instante, se hizo un gran silencio, y se encontró con miles de ojos que le miraban asustados: vasos, espejos, cuadros, sillas... ¡todo en aquella casa estaba vivo! ¡y le miraba!


- Buenas noches - dijo el niño.

Y de nuevo comenzó un alboroto enorme de respuestas y alegria:
- Uff, qué miedo - oyó que decían algunos
- Bah, es sólo un chiquillo- escuchó a sus espaldas. Y el molesto ruido de voces siguió por un buen rato....

- ¡¡¡Silencio!!! - gritó harto de tanto ruido el niño - ¿dónde estoy?

Y nuevamente respondieron todos a la vez.

- ¡¡ Callaos, por favor!! - suplicó. - Tú, la mesa, por favor, contesta, ¿quién manda aquí? ¿y por qué estáis todos vivos?

- Aquí mandaba esa varita mágica que está junto a tus pies, pero ya no le queda nada de magia, la repartió entre todos.

Efectivamente, una pequeña varita a sus pies era el único objeto que no parecía estar vivo. Comprendiendo que aquel era el origen de tal desorden, pensó en tratar de arreglarlo.


- ¿Y no os da vergüenza ser tan egoístas? ¿por qué no le devolvéis un poquito de su magia?


Un pequeño murmullo egoista empezaba a llenar la habitación, cuando el viejo espejo susurró, "vale, de acuerdo", y haciendo una gota dorada con uno de sus ojos, la dejó caer sobre la varita, que comenzó a toser un poco.


- ¡Está viva! - se alegró un libro. Y también le dio su gotita dorada de magia.


Y así, todos fueron cediendo parte de su magia a la varita, que recuperó un aspecto brillante y divertido, adornado con cientos de colores. Y llena de alegría fue a posarse en la mano del niño, que al momento se cubrió con una nube de estrellas para aparecer vestido de mago. Y así fue como aquel niño se convirtió en el mago del bosque, y con alegría y sabiduría siguió animando a todos a compartir lo que tenían.

Cuento número 35

EL ORIGEN DE LA FELICIDAD

Había una vez un niño que era muy feliz, , aunque no tenía muchos juguetes ni dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era hacer cosas por los demás, y que eso le daba una sensación genial en su interior. Pero realmente nadie le creía, y pensaban que no andaba muy bien de la cabeza. Dedicaba todo el día a ayudar a los demás, a dar limosna y ayuda a los más pobres, a cuidar de los animales, y raras veces hacía nada para sí mismo.
Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su caso, que decidió investigarlo, y con un complejo sistema de cámaras y tubos, pudo grabar lo que ocurría en su interior. Lo que descubrieron fue sorprendente: cada vez que hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillas justo en el corazón.
Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico siguió estudiando hasta descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos en nuestro interior. La pena es que como hacemos tan pocas cosas buenas, andan todos aburridos haciendo el vago.
Y así se descubrió en qué consiste la felicidad, y gracias a ese niño todos sabemos qué hay que hacer para llegar a sentir cosquillitas en el corazón.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Cuento número 34

Madi era una medusa curiosa que durante uno de sus paseos por el fondo del mar, descubrió una cueva muy escondida, en cuyo interior había un cofre brillante y misterioso. A su lado, un cartel decía "no podrás llevar joyas más valiosas". Aunque el cofre era pesadísimo, Madi lo llevó a su casa, convencida de haber encontrado un gran tesoro.

Una vez en casa, lo abrió llena de nervios y emoción. Pero no contenía joya alguna. Tan sólo un bonito y sencillo vestido que brillaba con ese tono especial que tienen las cosas mágicas. Cuando se recuperó de la desilusión, Madi decidió probarse el vestido y salir a dar un paseo.

No era el vestido más bonito que había visto, y era un poco pesado y difícil de vestir, pero le sentaba muy bien, y al momento se sintió más alegre y animada que nunca. Sentía ganas de hablar y saludar a todos, de gastar bromas y contar chistes, y todos cuantos se cruzaban con ella la encontraban realmente encantadora...

Pero Molvorón, el terrible y gigantesco pulpo malvado, tenía que fastidiarla, y sólo unos dias después, en el fondo del mar todos corrían a esconderse al enterarse de su llegada. Madi se quedó allí sola, tan contenta, pues con su vestido mágico sólo sentía alegría.

- ¡ Hola, pulpito ! - dijo alegre y divertida - ¿quieres jugar conmigo?

Molvorón se sintió bastante contrariado al ver que la pequeña medusa no huía como los demás

- ¿es que no tienes miedo? - dijo con una voz terrible

- ¿ Por qué iba a tenerlo, si te tengo a ti para defenderme? - respondió confiada. - ¡Venga, vamos a jugar!

El malvado pulpo mostró sus tentáculos amenazadores, moviéndolos ligeramente a un lado y otro. A Madi aquello, más que asustarle, le recordó una danza india.

- ¡Qué buena idea! ¡Vamos a bailar!

- GRRRR!!

Molvorón, furioso al ver que la niña no hacía caso de sus amenazas, se inclinó hacia adelante sobre la niña, con su gran boca abierta, los ojos rojos de sangre y las ventosas echando burbujas de ira... Era el aspecto más fiero que nadie recordaba haber visto en aquel pulpo malvado, cuyo nombre bastaba para sembrar el terror en aquellos mares. Un gran silencio se hizo mientras Madi observaba el terrible aspecto del pulpo.

- ¡Guapo! ¡Más que guapo! ¡Anda que no tendrás novias! - respondió finalmente.

Molvorón, deprimido por la falta de miedo de la pequeña, no dijo nada. Sólo se quedó escuchando sus palabras, palabras y palabras. Era tanta la alegría de aquella pequeña, que se contagiaba; y el pulpo comenzó a sentir, por primera vez en su vida, ganas de estar alegre. Y se marchó de allí, dispuesto a conseguir que dejaran de llamarle "pulpo malvado".

Cuando el pulpo se había alejado, todos salieron de sus escondites y fueron a felicitar a Madi por su valentía. Ella, comprendiendo lo que había pasado, contó los poderes que tenía aquel vestido para alegrar a quien lo llevaba... y pensó que era el vestido quien la había salvado. Pero entonces varios peces saltaron a la vez.

- ¡Pero si hoy no llevas tu vestido nuevo!!...

Y era verdad. No lo llevaba; estaba tan alegre que se le había olvidado en casa.


Así que Madi, la pequeña medusa, se había enfrentado a Molvorón llevando únicamente su sonrisa y su alegría. Y ya nunca más necesitó aquel vestido, al comprender que una sonrisa tenía tanto poder como su vestido mágico, pero... ¡¡era mucho más cómoda y fácil de llevar!!

Cuento número 33

ATRAPADOS EN TURURULANDIA

Tururulandia era un pequeño y precioso país de juguete que había hecho Paulina Perfectina con sus construcciones. Paulina cuidaba constantemente Tururulandia para que todo estuviera en orden, y mantenía los muñecos rojos junto a sus casas rojas, y los niños verdes jugando en los columpios del parques verdes, y los papás hablando todo el día junto a la plaza. Era un país tan bonito y perfecto, que Paulina soñaba con poder llegar a vivir un día en Tururulandia.
Y sin saber cómo ni por qué, su sueño se cumplió, y un día despertó en mitad de Tururulandia, vestida toda de rosa, y hecha de piececitas de juguete. ¡qué maravilla! ¡ todo era como ella conocía! Y era realmente precioso.
Paulina esta totalmente feliz, y tras la primera sorpresa, corrió a ver los columpios de los niños del parque verde. Pero antes de que pudiera llegar, una mano gigante la alcanzó, y tomándola de un brazo, la llevó de nuevo junto al gran palacio rosa. Paulina quedó un poco extrañada, pero enseguida lo olvidó, porque vio sus queridas casas rojas, y hacia allí se dirigió. Pero nuevamente, antes de llegar a ellas, la gran mano volvió a aparecer, y la volvió a dejar junto al palacio.
- No te esfuerces-dijo una princesita rosa que asomaba por uno de los balcones- nunca podrás abandonar la zona rosa 
Entonces la princesita explicó a Paulina cómo la gran mano nunca dejaba moverse a nadie en Tururulandia, y que aquel era el país más triste del mundo, porque nadie podía decidir qué hacía ni dónde iba. Y Paulita miró las caras de todas las figuritas y muñecos, y comprobó que era verdad. Y se dio cuenta de que aquella gran mano era la suya, la que utilizaba siempre para mantenerlo todo como ella quería.
- ¿Pero entonces? ¿No os gusta vivir en un país tan bonito y organizado?- terminó preguntando Paulina.
- Si no podemos elegir qué hacemos o a dónde vamos, ¿para qué nos sirve todo esto?- le respondieron - Si tan sólo tuviéramos un día para ver otras cosas... ¿no lo entiendes?
Y vaya si lo entendió. Tras unos pocos días sin poder decidir nada por sí misma, ni moverse del castillo rosa, Paulina estaba profundamente triste; tanto, que su precioso país le daba totalmente igual.
Hasta que una mañana, se despertó de nuevo en su vida normal, y al llegar junto a su país de juguete, lo primero que hizo fue cambiar las figuritas de sitio. Y así, cada vez que encontraba una fuera de su lugar, en vez de devolverla inmediatamente a su sitio, esperaba un día, para que tuviera tiempo de disfrutar de aquel bello país.
Y muchas veces, en el colegio y en casa, trataron de explicarle en qué consistía la libertad, y lo importante que era. Pero no le hacía falta, para saber lo que era la libertad, sólo tenía que recordar la tristeza extrema que sistió aquellos días en Tururulandia.
ASI QUE PEQUEÑOS ANGELITOS,QUEREMOS QUE VOLVAIS YA DE TURURULANDIA,DULCES SUEÑOS Y MAÑANA,CUANDO DESPERTEIS,ESPERO VEROS EN VUESTRA CASA,CON MAMI,VUESTROS
 JUGUETES Y VUESTROS AMIGOS :),OS QUEREMOS MUCHO MUCHO!! (MAMEN)

Cuento número 32

EL ORIGEN DE LA FELICIDAD
Había una vez un niño que era muy feliz, , aunque no tenía muchos juguetes ni dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era hacer cosas por los demás, y que eso le daba una sensación genial en su interior. Pero realmente nadie le creía, y pensaban que no andaba muy bien de la cabeza. Dedicaba todo el día a ayudar a los demás, a dar limosna y ayuda a los más pobres, a cuidar de los animales, y raras veces hacía nada para sí mismo.
Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su caso, que decidió investigarlo, y con un complejo sistema de cámaras y tubos, pudo grabar lo que ocurría en su interior. Lo que descubrieron fue sorprendente: cada vez que hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillas justo en el corazón.
Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico siguió estudiando hasta descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos en nuestro interior. La pena es que como hacemos tan pocas cosas buenas, andan todos aburridos haciendo el vago.
Y así se descubrió en qué consiste la felicidad, y gracias a ese niño todos sabemos qué hay que hacer para llegar a sentir cosquillitas en el corazón.

martes, 22 de noviembre de 2011

Cuento número 31


Iba una vez un niño por el bosque buscando fruta, y tanto buscó y buscó que llegó la noche y se perdió. Estuvo dando vueltas durante mucho tiempo, hasta que a lo lejos escuchó un gran alboroto. Se acercó y descubrió que el ruido procedía de una pequeña casita donde brillaba una luz, y pensó en pasar la noche con aquella gente.

Llamó varias veces, pero como nadie abría la puerta y seguía habiendo un ruido enorme, decidió entrar. Al instante, se hizo un gran silencio, y se encontró con miles de ojos que le miraban asustados: vasos, espejos, cuadros, sillas... ¡todo en aquella casa estaba vivo! ¡y le miraba!

- Buenas noches - dijo el niño.
Y de nuevo comenzó un alboroto enorme de respuestas y alegria:
- Uff, qué miedo - oyó que decían algunos
- Bah, es sólo un chiquillo- escuchó a sus espaldas. Y el molesto ruido de voces siguió por un buen rato....

- ¡¡¡Silencio!!! - gritó harto de tanto ruido el niño - ¿dónde estoy?
Y nuevamente respondieron todos a la vez.

- ¡¡ Callaos, por favor!! - suplicó. - Tú, la mesa, por favor, contesta, ¿quién manda aquí? ¿y por qué estáis todos vivos?
- Aquí mandaba esa varita mágica que está junto a tus pies, pero ya no le queda nada de magia, la repartió entre todos.

Efectivamente, una pequeña varita a sus pies era el único objeto que no parecía estar vivo. Comprendiendo que aquel era el origen de tal desorden, pensó en tratar de arreglarlo.

- ¿Y no os da vergüenza ser tan egoístas? ¿por qué no le devolvéis un poquito de su magia?

Un pequeño murmullo egoista empezaba a llenar la habitación, cuando el viejo espejo susurró, "vale, de acuerdo", y haciendo una gota dorada con uno de sus ojos, la dejó caer sobre la varita, que comenzó a toser un poco.

- ¡Está viva! - se alegró un libro. Y también le dio su gotita dorada de magia.

Y así, todos fueron cediendo parte de su magia a la varita, que recuperó un aspecto brillante y divertido, adornado con cientos de colores. Y llena de alegría fue a posarse en la mano del niño, que al momento se cubrió con una nube de estrellas para aparecer vestido de mago. Y así fue como aquel niño se convirtió en el mago del bosque, y con alegría y sabiduría siguió animando a todos a compartir lo que tenían.
 


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domingo, 20 de noviembre de 2011

Cuento número 30

El timbre de salida sonó y los niños salieron de sus aulas de clases apresurados por llegar a sus casas para ver TV, jugar con sus videojuegos, pelota o en la computadora. Todos los días era igual eran muy pocos los niños que llegaban hacer sus deberes, estudiar o leer.

La biblioteca apago la luz, no había nadie la escuela estaba desierta, un suspiro desesperanzador se escucho desde un estante. El libro de cuetos salía de un rincón diciendo muy triste.


-Otro día más, y los niños ni nos miran

-Si lo hacen.- respondió el libro de lectura

-Claro a ti si porque tienen que aprender a leer -

También leen la enciclopedia.- replicó.

-Claro que si por si no los reprueban, eres el libro que lo sabe todo o casi todo. Ya ninguno lee como antes.

-Es verdad ni las aventuras les atraen.- el libro de aventura salto a la mesa, girando para dirigirse a los demás libros, que ya estaban atentos.

- Tenemos que hacer algo, tenemos que de alguna manera lograr de nuevo su atención

-Pero ¿Qué podemos hacer?- la novela clásica.

-Hermosa dama, no tengo ni la menor idea, pero pensemos somos libros inteligentes, ¿no?

-Claro que si somos libros inteligentes.- grito rebelde la novela contemporánea.

-Dinos sabio que podríamos hacer.- pregunto clásica con su voz dulce y pausada

-Pues verán a mi se me ocurre preguntar al abuelo.- la enciclopedia volteo a mirar el donde se hallaba el viejo libro, que hacía rato los escuchaba desde su rincón, era el libro de historia. Los miró con dulzura se acomodo los lentes miro a todos y dijo.

-Mis hijos queridos, todo lo que acá se hablado es muy cierto, estamos olvidados no solo por los niños si no por los adultos, no es obligatorio que las personas tengan que leer, sin embargo la tecnología no está ganado, no me mal interpreten la tecnología no es mala solo que la practicidad ha hecho que olvidemos lo bello y recreante que es leer un buen libro.

-¿Qué podemos hacer abuelo?- preguntó el libro de aventuras

-Consultar al libro mayor

-¿Y qué es el libro mayor?-preguntó el chiquillo

-Es el libro donde se guarda la magia de todas las historias escritas y las que están por escribirse

- Es decir que todos nosotros salimos de allí.- preguntó el pequeño niño que no era otro que el abecedario

-No exactamente mi pequeño abecedario, allí se guardan las historias después de escribirse, el maestro de las letras le otorga al hombre el permiso para usar la magia, y así escribir desde novelas, poemas, cuentos y libro de textos y en fin todo aquello donde pueda llevarte la imaginación.-

Todos los libros escuchaban con atención al viejo sabio, este sonrió al mirar el rostro de admiración de sus oyentes que no conocían la historia.

- ¿Y entonces como se llega allá…?

- No tan rápido mi apasionado lectura, esto es cosa de mayores y tu estas muy chico

- Ya tengo doce.- contesto altivo.-

- No se trata de la edad si no de combinar la experiencia con el desenvolvimiento.- contesto el abuelo

- Yyyy yo tengo la experiencia.- se apresuro aventuras

- Y yo la desenvoltura.- agrego clásica -

Es cierto, estoy muy de acuerdo.- dijo el abuelo

- Entonces no se diga mas.- terminÓ de hablar sabio Todos lo apoyaron, se decidió que Clásica y Aventura fuese a ver al libro mayor.

-Ahora querido abuelo ¿cómo llegamos allá?.- preguntó Aventura con su tono jovial

-Cuentos ábrete en la página de las hadas.

Cuento saltó a la mesa, abrió sus páginas donde le indicaba el abuelo, y una luz salió de las páginas conjuntamente con una hermosa escarcha dorada que se convirtió en una hermosa hada, todos quedaron maravillados

-Hola a todos.- su voz armoniosa dejo a todos encantados

-Hola endrina reina de las hadas te hecho venir porque…- la bella hada interrumpió

-Ya se querido abuelo he estado escuchándolos y me encanta la idea de ayudarlos, estoy muy feliz por su iniciativa de estimular a los niños en el maravilloso mundo de los libros

-Así es, debemos consultar al libro mayor.- dijo Aventuras

-Y yo los llevare gustosa con mi magia, agitó su varita mágica y Aventura y Clásica fueron llevados en una envoltura de luz y escarcha a un sendero, que subía a una montaña de piedras que estaban formado de letras y números.

-Aquí es. – dijo Clásica

-Andando.- Contestó su compañero

Se pusieron en marcha, hasta llegar a la entrada de una cueva de una cual salía una radiante luz. Entraron cautelosamente y en un pedestal de mármol se hallaba un gran libro abierto de donde irradiaba la luz resplandeciente y hermosa, los dos libros se alegraron pero cuando trataron de acercarse unos libros con armaduras le trancaron el paso

-No pueden pasar sin autorización -identifíquese…

-Déjelos pasar se escuchó una voz suave -pero maestro tengo ordenes…

-Si lo se capitán pero ellos son amigos

Este abrió el paso, Clásica y Aventura entraron y vieron a un hombre muy viejo de barba y túnica blanca.

-Somos… -si lo se, Clásica y Aventura y se a que vienen también y yo los ayudare, soy el maestro custodio del gran libro de la sabiduría…soy el guardián de las letras…- dijo sonriente.

-Maestro tenemos que llevarle a los niños el secreto del gran libro para que tomen amor a la lectura…

-Si lo comprendo el problema es que ningún libro puede acercarse a nuestro gran libro, solo puede acercársele un humano, y como el deseo de ustedes es que un niño tome amor por la lectura, deben traer a un niño. Verán los libros fueron creados por que el maestros de los dones les otorgo el permiso, para escribir y crear historias ya sean reales o imaginarias. Es por eso que solo un humano puede acercarse al libro mayor.

Aventura y Clásica fueron y trajeron con la magia de las hadas al niño que podría ayudarles. Gustavito eran un niño aplicado pero no le gustaba mucho la lectura, al principio pensó que soñaba pero luego se dio cuenta que todo era verdad, se acerco al libro y vio maravillado todo el mundo mágico que salía de allí imagínate si yo leyera todas estas historia entraría a ese mundo donde puedo encontrar lo que quiera.

-Si corazón, este mundo de fantasía se abre ante ti y te ayuda a abrir tu mente y desarrollar tus dones, puedes compartir la lectura con el otro invento y también mágico del hombre el Internet incluso compartir tu experiencia y que otros te sigan, no sería lindo.- Clásica le hablaba con tanto cariño que parecía música cada palabra.

Gustavito asintió sonriente.

-No tiene que gustarte todo tipo de lectura eso es lo maravillosos de los libros, puedes escoger lo que te apasione mas y leer lo que te apetezca.- agrego aventura.

El maestro los miraba complacido y acabó diciendo

-Los libros te brindan un mundo abierto de posibilidades, para conocer mundos de fantasía, aventura, amor, historia conocimiento

-La Internet también me lo proporciona

-Así es y gracias al Internet te puedes acercar más a la lectura, investigar y conocer, pero los libros los puedes llevar contigo a toda hora, y ahorras electricidad que es bueno para el medio ambiente y puedes descubrir a través de ellos tu potencial y quien dice que no te conviertas tu en escritor, muchos de ellos nacieron al descubrir lo que podían aportar cuando leían, la modernidad nos lleva a la tecnología para facilitarnos en nuestros día a día mas agitado comodidad, pero no hay nada más gratificante que leer un buen libro en un parque, en un café, en nuestro hogar créeme puede ser relajante, lee en Internet y busca tus alternativas en ella pero no descartes nunca un libro en tus manos.

Gustavito lo escuchaba atentamente y comprendió las palabras del maestro, asintiendo con la cabeza, sonrió y dijo finalmente

-¿Y cómo sabré que todo esto no fue más que un sueño?

-En tu corazón sabrás que no lo fue, buscaras la forma de contar tu experiencia… dijo Clásica

Así fue como Gustavito escribió un cuento que se publico en Internet y de allí saco un libro y contagio con sus historias a muchos niños que cada día gustaban más de leer. No te obligues a leer deja que fluya ante ti la magia de escoger que lectura te atrae más, y lee de a poco empieza de a chiquito y ve conquistando cada día el amor a la lectura, y descubre “El Maravilloso mundo de los libros”.

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